La represión del ósculo
Esta es la brevísima historia de un hombre que nunca besó a nadie en la boca. No por arisco ni por falta de ganas. Simplemente, por timidez. Era exclusivamente por culpa de esa manera tan torpe de callar sus sentimientos que andaba con los labios vírgenes.
Más de una señorita o caballero, según los gustos, hubiese besado esa boca cerrada que invita al misterio. ¿Cómo podía un hombre de más de treinta años haber vivido tanto tiempo sin besar? ¿Cómo sería el día que se animara a hacerlo? ¿Sabría cómo? ¿Y si resultaba que ese primer beso tuviera pretensiones de retroactividad?: seguramente se hubiese consagrado como el beso más largo del mundo.
Créanme que este hombre existe. Y que hubo una excepción en su vida. Esa boca grande, de labios carnosos y húmedos se apoyó sobre ella en un ritual que incluyó ojos cerrados, para sentir enteramente. Su comportamiento atípico duró apenas un instante que, para ese hombre, habrá resultado la infinidad misma. Sea su anterior privación o una prueba de fuego, ese día sus labios húmedos se animaron a humedecer. Lástima que ella no pudo contarle a nadie sobre la experiencia. La timidez de él y la lógica mudez de la besada se quedaron con el secreto mejor guardado.
Por falta de atrevimiento, ese hombre todavía sigue sin probar labios ajenos. Lo que no pudo aquella vez fue resistirse a besar una pelota. Justo antes de patear un penal.
10 comentarios:
grosso chelo..grosso
existe, de verdad? guau!!
Que grande que sos!!!!!!
demosle un beso!!
Es cierto, el fútbol es una excusa para, por ejemplo, matar gente. O para que un tipo de cuarenta añoa o más putee a un pibe que podría ser su hijo. O para pegarle a otro.
Es una excusa para cualquier forma de violencia. Qué lindo el fútbol ¿no?
Si no existiese el fútbol, igual habría violencia. Por lo tanto el fútbol no la engendra. La violencia es parte de un modelo excluyente que mata, discrimina, condena, humilla y pone a sectores mayoritarios en situación de violencia. Después, claro, se puede manifestar en el ámbito que sea.
Ahora si tu mirada del fútbol se acota a la violencia, me parece que te estás perdiendo una parte. Y eso tiene que ver con vos, con lo que sos capaz de mirar. Es evidente que te estás perdiendo las historias de alto contenido humano que una pasión como el fútbol también puede canalizar.
Eso no es cierto: En el fútbol se promueven conductas violentas todo el tiempo. Empezando por los hinchas que, en su gran mayoría tienen una noción de justicia inexistente (todo lo que nos favorezca está bien). El fútbol como hecho "cultural" está a la vanguardia de las maniestaciones violentas. Los hechos de violencia son tan graves que no se pueden considerar como sólo un aspecto del fútbol sino como parte central. Al menos en este país. ¡Qué lindo es cuando un chico de seis años ve a su padre desencajado insultar a un jugador o un árbitro!
Al compañero anónimo de arriba. El fútbol es una pasión, y como toda pasión genera amores, odios, emociones y vísceras; que algunos lo utilicen como una forma de manifestar su estupidez es otra cosa. Siendo así, otros "hechos" culturales también serían acogidos en tu concepción, tales como el cine, la literatura y el teatro de hoy en día.
Sí somos capaces de apreciar el lenguaje cinematográfico, la narrativa y la dramaturgia, también podemos valorar el lenguaje que manifiesta el fútbol en sus entornos: el placer de patear un balón, la dicha de cantar un gol, el partido en el barrio. El fútbol es más allá de una concepción violenta. En Italia, es utilizado como terapia para la esquizofrenia, por ejemplo.
Un pambolero mexicano
Elías Leonardo
Concuerdo con anónimo: En Argentina la violencia en el fútbol es CONSTITUTIVA. Es algo estructural. Lo ves en los padres o madres que llevan a sus hijos a jugar a un club. Les enseñan actitudes súper violentas que después toman como algo natural (socialmente aceptado. Mi viejo, que jugó al fútbol muy bien en su infancia y adolescencia, dejó de llevar al club a uno de sus nietos porque lo estaba llevando a un ámbito brutal y violento. Sintió un alivio enorme cuando mi sobrino no quiso ir más.
Martín.
El fútbol es el circo romano moderno. Es lastimoso.
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