Las lágrimas de Anita
Anita llora. Llora y patalea porque parece que ella no entiende, pero resulta que sí. Y lo ve a su papá que agarra su riñonera y ella se queda, entonces entiende que ella no va. Le sale llorar cuando eso pasa. No cuando su papá se va a trabajar, porque eso lo entiende y no le preocupa no ir. Pero hoy es sábado. Anita se pone a llorar cuando, después de comer, su papá le cuenta que va a la cancha, pero solo, porque hoy no es un partido para que vayan las nenas como ella, que tiene cuatro años. Sin embargo su papá no le revela algunos secretos. Es que él no se anima a decirle que prefiere no llevarla porque hoy Atlanta es probable que no gane, que hace ocho partidos que no hace un gol y que el único jugador que los hizo, hoy no juega. Y el papá de Anita no quiere que ella se acostumbre a ver perder a Atlanta, sobre todo porque siempre hay tíos de River y Boca que andan merodeando para hacerle cambiar de club a ese primor de cuatro años. Si Anita no va hoy, su papá le puede contar a la vuelta alguna mentira que a los dos les haga bien: a él para garantizar el principio de herencia de la camiseta; a ella, porque le va a gustar que su papá le cuente que Atlanta hizo muchos goles, y que la próxima vez sí va a poder ir a la cancha y van a gritar juntos. Acaso el papá de Anita sabe bien de la volatilidad de los niños por el sentimiento futbolero. Y más en el caso de las nenas. Y además sabe el papá de Anita que Atlanta hoy tiene pocas chances de ganar. Es doloroso, pero es mejor que Anita no vaya una vez a la cancha. No sea cosa de alentarle recuerdos indelebles, de los cuales ella pueda arrepentirse con el tiempo. Que llore Anita, está bien. Su papá lo hace por ella; y por él, claro. Mejor que llore hoy y sea de Atlanta para siempre.
13 comentarios:
Me encantó el blog, me encantó.
Me encanta el fútbol también, pero de todas formas me sentí muy identificada con cosas que se aplican a otros deportes. Yo juego al hockey, por ejemplo, y creo que los sentimientos que se tienen por un club van más allá del deporte.
Genial, nuevamente.
Saludos!
Muy bueno amigo.
Gracias
EL PP (con ojos llorosos)
Excelente amigo!!! Hermoso relato!
y mas linda la srta de la foto!!
Seguramente ese dia Atlanta haya ganado...
La foto tiene un par de añitos ya, no?
Abrazo, el Pela
Pobre Anita!!! No va a ir nunca a ver al equipo rayado. Esto es injusto. Otra crueldad más de estos días. Pero, por favor, no bajemos los brazo, y organicemos un amistoso con un modestísimo equipo de remera negra y con un perro en el escudo. Abrazos desde Kiev
sos un grande pepe!!!!! ahora seguro que MAti va a implementar lo mismo con Cata. jjajajajaj.
Ine
Gracias Lechu!!! Muy pero muy lindo!!! igual te comento... el miedo más grande del papá de Anita, es la aparición de algún novio que la quiera cambiar de cuadro!!!
Maru
Gracias Lechu, hermoso relato pero..... el papa de Anita mejor que lleve a Anita en las buenas y en las malas a ver a Atlanta, por que si espera que cambie la situacion, la nena va a cambiar la cancha por el shopping !!!!!!
Ahijado
Siempres escribiste muy bien pero esta vez me hicicste emocionar.
Los amigos o familiares saben que los còdigos se respetan, sean de River, Boca o !Independiente! porque existen còdigos, Anita es y serà de Atlanta y eso me emociona y me enorgullece por PP.
El verdadero Pela
Hola Soy el tio de anita, anita es y sera de atlanta, pero que el padre asuma sus responsabilidades, y no mienta para sostener la fantasia de una nena que en algun momento vera la realidad. atlanta no va a cambiar.
saludo rojo y negro.
Facu y Thiago.
Facu, no sea usted tan literal. Entienda que el relato está repleto de fantasía.
Y con respecto a la realidad, ¿qué es eso?: lo que se ve, lo que nosotros queremos ver, lo que nos quieren hacer ver. Por ahí hay que creerle a Manu Chao, que canta que la verdad es mentira.
pd: gracias a todos y todas los que se han tomado un ratito para leer estas líneas sobre el post de Anita
que la lleve igual....tiene que enfrentarse con los "sinsabores" de la vida. Y eso de que un novio puede hacerte cambiar de equipo,nooo, solo simpatizante.
La semana pasada le compré a mi hija (por venir) un enterito como el que se ve en la foto de Santino (no confundir con Santillo). Y me imagino que dentro de algunos años tendré con ella el mismo dilema que el que se cuenta aquí sobre Anita. Pero si llora porque tiene ganas de ir, ya me daré por cumplido. Buen trabajo el del padre.
Viste Joel cómo es esto de ser de Atlanta; para mantener el sentimiento de los hijos la conquista debe ser permanente. y no descuidar detalles que los desvíen del camino. Después, ya de grandes, entienden lo que es Atlanta y no se corren más riesgos.
Hasta la victoria (bohemia), siempre.
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