domingo, 18 de julio de 2010

Volvió. ¿Volverá?


La quiso tanto, pero tanto, que ya no hubo después, después de ella.

Fue el mejor jugador que se haya visto en el corazón de la Tierra. Corrección de orden: fue el mejor jugador que se haya visto en la tierra del Corazón. Ese hombre, dicen, era capaz de gambetearse al mundo entero. Y sin embargo, nunca pudo esquivar al amor. Una mujer hermosa había sido su perdición. Le había robado la fantasía en el mismísimo instante que le concedió el “sí”. Incluso el robo fue aún mayor. El jugador perdió la inspiración, explicable por el nuevo destino de sus energías. Desde entonces, sus momentos de creatividad fueron a parar a la causa romántica. Inmiscuido en la regla de que la conquista es permanente, el esmirriado hombre dejó de despertar emociones en la cancha. Esa morocha era ahora el catalizador de semejante talento.
El juego acabó cuando ella decidió que se acabara. No hubo amagues. Directo, como un planchazo de un recio defensor, la muy amada le escupió un adiós.
Festejó la hinchada, que pensó en el beneficio propio. Se trataba de la recuperación de ése artista del fútbol, depuesto de su condición de amante. Saben también los tribuneros, como todos nosotros, que la fuerza más destructiva del mundo no es el odio, sino el amor.
Volvió una noche el héroe de aquellos hinchas a lucir su camiseta. Para sus respectivas desgracias, el retorno fue un fracaso. Previsible, impreciso, el que jugaba como nadie anda dando lástima en cada partido. Muy a su pesar, todavía se le nota el amor en los ojos. Y sobre todo, en las piernas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Habia un director tecnico que decia "el jugador que no se rie con la cara, no se rie con los pies".
Buen blog.
Abrazo

Maxi

sergiucedo dijo...

Me gustó, capo!