domingo, 20 de diciembre de 2009

Digno de indignarse


Lo más común hubiese sido escapar. Saltar la pared y correr como los que comprenden que el raje les puede salvar la vida. Hubiese sido su conservación del pellejo, seguramente. Pero quien le haya conocido las entrañas sabe que él no se hubiese perdonado una huida exitosa. Saberse a salvo mientras su amigo era carne de cañón, significaba una autocondena a muerte para el hombre que podría haber escrito un manual de estilo sobre la dignidad.
Ese día del descenso, los hinchas pedían sangre a gritos para saciar sus propias frustraciones. Y qué mejor blanco que un arquero al que le habían hecho dos goles de esos tontos, que invitan a la mesa de la sospecha a comensales hambrientos de culpables. Bastó que el árbitro pitara el final del partido para que comenzara la cacería. El salto masivo del alambrado le advirtió sobre la posible muerte del arquero, que emprendió una carrera veloz. Hasta que una zancadilla lo dejó de cara al piso y listo para ser achurado. Los colmillos afilados de esos verdugos impiadosos desgarraron el buzo y luego los pantalones del arquero. Y en medio de la paliza le escupieron la palabra que más duele: traidor.
A punto de perder su existencia por la horda incontrolable, el arquero espió que López, el nueve, venía corriendo en su auxilio. A las patadas se abrió camino aquel héroe disfrazado de delantero y llegó al rescate de un cuerpo inerte y machucado. López gritó sus verdades, defendió al indefenso y advirtió que si volvían a tocar a su compañero iban a conocer el poder de sus puños.
Fue tal la golpiza que recibió, que ni su madre hubiese sido capaz de reconocerlo. Dos horas después de aquel final bochornoso y ya sin nadie excepto ellos dos, el arquero levantó a López del suelo y lo arrastró hasta el vestuario. Recién entonces al hombre que otro hombre lo salvó de la muerte le chorrearon las lágrimas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y pensar que en México hay lugares donde es más indigno llorar que traicionar. Insisto Marcelo, ¡qué gran pluma! Un abrazo

Elías Leonardo

Anónimo dijo...

Los hombres también lloran. Y está bien que eso pase. En méxico dicen que reina la cultura del machismo, no?
Marce, gracias por reivindicar tan bien la dignidad de los seres humanos!!!

marce / lechu dijo...

Gracias Elías por tus comentarios (exageradamente)elogiosos.

Abrazo grande