"La pelota la lleva el subcomandante Marcos, seguido de cerca por la CIA; pisa el balón el subcomandante y habilita a sus compañeros, que esperan en el área todos juntos, levantando la mano, como en una asamblea permanente.
Por el sector izquierdo también sube Evo Morales, ante la atenta mirada, disimulada por lentes negros, de marcadores implacables. Son los mismos que sospechan que tienen el partido ganado de antemano, si es que el sistema funciona tal cual lo prevén: cuando al ex líder cocalero se le haga el control antidoping, creen, le dará positivo y, según las normas que ellos mismos han establecido, las penas irán desde la condena internacional hasta la pérdida de puntos. Pero va Evo, pelota al pie, cabeza levantada, distribuyendo juego, aunque reciba patadas y los árbitros callen.
Arriba el viejo Fidel espera con la experiencia de los que lucharon para llegar ahí, al corazón del área, para el toque final. Miles de cubanos lo vivan desde la tribuna, mientras sufren la represión policial por entender que el mundo (capitalista) ha vivido equivocado. Igual nadie se va de la cancha, el partido es apasionante, y aunque la derrota de los de rojo parece inminente, existe un mandato irrenunciable entre los hombres y mujeres sensibles: el designio de este equipo es luchar hasta la victoria, siempre. Lo entienden esos simpatizantes que no dejan de alentar, gritar sus declamaciones y agitar banderas.
Y de pronto Evo escapa, consigue respeto por la coca y desmilitariza su sector de tropas estadounidenses y hay festejo. Igual que cuando se encienden voces latinoamericanas para repudiar el bloqueo económico y moral sobre Cuba. No hay derrota posible cuando se han atravesado murallas, se juega en equipo, y el gol de Evo –uno más- se festeja en Chiapas y llega, como chillido insoportable, a los oídos de la Casa Blanca.
En tanto, el compañero Lula se mueve de izquierda a derecha, en busca de la pelota, que pretende poner bajo su suela. Le hace señas Chávez a distancia, confundido por la posición del brasileño, que amaga por un lado y resuelve por el otro.
Ante la insistencia individual de Lula, el presidente venezolano decide desafiar a la patria del norte y sale eyectado por su banda como un manantial de petróleo. Si pierde la pelota, el Imperio contraataca. Sin embargo, el centro va justo para el Pepe Mujica, que lejos de lucir botines súper auspiciados sorprende con su paso cansino revestido en alpargatas. Pepe la para de pecho, o de panza, no se advierte bien, y ahí nomás hace un cambio de frente, amplio, y el que entra para el gol es el subcomandante Marcos que, como todo autonomista, se libra de las estructuras dominantes. Se levantan en las tribunas de Chiapas, se levantan los pueblos de Latinoamérica en general, Marcos está para definir, va a ser gol y victoria, tiroooooó, gooooooool, goooooooooool, el subcomandante Marcos se saca la camiseta, no así el pasamontañas, y se lee una inscripción que reza ‘Es necesario hacer un nuevo mundo. Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos’. Emociona el festejo de los pueblos unidos que reclamaban dignidad.
Por el sector izquierdo también sube Evo Morales, ante la atenta mirada, disimulada por lentes negros, de marcadores implacables. Son los mismos que sospechan que tienen el partido ganado de antemano, si es que el sistema funciona tal cual lo prevén: cuando al ex líder cocalero se le haga el control antidoping, creen, le dará positivo y, según las normas que ellos mismos han establecido, las penas irán desde la condena internacional hasta la pérdida de puntos. Pero va Evo, pelota al pie, cabeza levantada, distribuyendo juego, aunque reciba patadas y los árbitros callen.
Arriba el viejo Fidel espera con la experiencia de los que lucharon para llegar ahí, al corazón del área, para el toque final. Miles de cubanos lo vivan desde la tribuna, mientras sufren la represión policial por entender que el mundo (capitalista) ha vivido equivocado. Igual nadie se va de la cancha, el partido es apasionante, y aunque la derrota de los de rojo parece inminente, existe un mandato irrenunciable entre los hombres y mujeres sensibles: el designio de este equipo es luchar hasta la victoria, siempre. Lo entienden esos simpatizantes que no dejan de alentar, gritar sus declamaciones y agitar banderas.
Y de pronto Evo escapa, consigue respeto por la coca y desmilitariza su sector de tropas estadounidenses y hay festejo. Igual que cuando se encienden voces latinoamericanas para repudiar el bloqueo económico y moral sobre Cuba. No hay derrota posible cuando se han atravesado murallas, se juega en equipo, y el gol de Evo –uno más- se festeja en Chiapas y llega, como chillido insoportable, a los oídos de la Casa Blanca.
En tanto, el compañero Lula se mueve de izquierda a derecha, en busca de la pelota, que pretende poner bajo su suela. Le hace señas Chávez a distancia, confundido por la posición del brasileño, que amaga por un lado y resuelve por el otro.
Ante la insistencia individual de Lula, el presidente venezolano decide desafiar a la patria del norte y sale eyectado por su banda como un manantial de petróleo. Si pierde la pelota, el Imperio contraataca. Sin embargo, el centro va justo para el Pepe Mujica, que lejos de lucir botines súper auspiciados sorprende con su paso cansino revestido en alpargatas. Pepe la para de pecho, o de panza, no se advierte bien, y ahí nomás hace un cambio de frente, amplio, y el que entra para el gol es el subcomandante Marcos que, como todo autonomista, se libra de las estructuras dominantes. Se levantan en las tribunas de Chiapas, se levantan los pueblos de Latinoamérica en general, Marcos está para definir, va a ser gol y victoria, tiroooooó, gooooooool, goooooooooool, el subcomandante Marcos se saca la camiseta, no así el pasamontañas, y se lee una inscripción que reza ‘Es necesario hacer un nuevo mundo. Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos’. Emociona el festejo de los pueblos unidos que reclamaban dignidad.
Señoras y señores, hasta acá llegó esta transmisión por la radio clandestina: Sin más, nos despedimos. Es el final del partido; o el principio de otro mucho más grande que todavía está por jugarse".
5 comentarios:
Como siempre, un lujo!!
Alex
Que narración!!!!!, muchos partidos de esos. Marcelo, también me declaró un anónimo lector maravillado por tu pluma. Soy mexicano.Te dejo el link de mi página y entérate de cómo el vocalista de un grupo musical puede echar a perder un gran momento. http://www.elbuenfutbol.com/2009/12/06/carajo-con-el-cruz-azul/
Un saludo.
Elías Leonardo
viva Evo... 63%!!! eso es ganar una elección
Muy bueno este texto, Marce. Muy. Podemos pedirle a alguien que lo grabe y tenerlo en audio! Sería genial. Podés, bah.
Besos!
Muchas gracias Elías por tus elogios.
pd: lamento que te hayas perdido la posibilidad de bailar con una chica linda por el Cruz Azul!
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