lunes, 20 de diciembre de 2010

El sabio que no sabía


Nadie sabía tanto como él acerca de los secretos del juego. Artista de la pelota, su zurda hizo explotar estadios enteros con remates certeros, toques sutiles y gambetas pergeñadas en el aire. Ese hombre volaba cuando encendía su carrera, siempre tan custodio de la pelota. Rivales que parecían de papel se desplomaban ante su paso fulgurante; el gol era, en general, el corolario endémico de semejantes acrobacias.
Fue el gran creador de jugadas que llevan su firma indeleble, aún no falsificada. Lo llamaban Mago, a falta de ingenio para corresponderle un apodo más exacto.
El hombre que todo sabía de fútbol era eso, un sabio. Sin embargo, se lo condenó por ignorante. Todos sabían, menos él, cómo emocionaba un gol suyo.

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