lunes, 10 de agosto de 2009

Amor en la cancha


Ella se había enamorado del tres. No por su juego, que poco tenía de belleza y mucho de repudio de sus compañeros. Pero a ella nada le importaba más en la vida que verlo a él recorrer la banda izquierda. Ahí, siempre paradita en el mismo lugar. Su inmovilidad la limitaba a poder seguirlo de cerca sólo un tiempo. La otra mitad del partido también lo miraba cuidadosamente, pero a setenta metros. A ella la había cautivado ese tres, bajito, flaco, que a nadie le llamaba la atención. A la rubia, en cambio, le despertaba todo el amor del mundo.
La vez que él supo realmente de ella por primera vez fue luego de tirar un centro. Tras impactar la pelota, aquel muchacho sensible percibió el suspiro. Desde entonces, jugó cada partido dedicado a la dueña de esa emoción soltada al aire que, intuía, sólo él había advertido.
Si hasta empezó a soñar con la posibilidad de convertir un gol sólo para dedicárselo a esa mujer inolvidablemente hermosa. Pensaba que si lo hacía, ella no iba a poder aguantarse el amor calladamente y se lo iba a tener que gritar a la cara.
Entre sus infructuosas búsquedas por convertir erró una cantidad de goles suficiente para acumular a montones insultos de sus compañeros. Después de cada intento fallido, se repetía la escena: resignado, agachaba la cabeza y volvía a ocupar la zona donde se para el tres cuando empieza un partido.
Ella se había dado cuenta que algo había cambiado en él, y que sus intentos por convertir no eran casuales. Como para que él notara su observación, la chica de ojos claros no dejó de suspirar cada vez que esas piernitas enclenques pasaban al ataque. Y entre tanto resoplido de amor, un día él abandonó el partido y levantó los brazos.

Consciente de que jamás haría un gol, decidió sonreirle y esperar que ella le confirmara lo que él, a esa altura, ya sabía. El tres acababa de jugar su último partido en el equipo de los “solteros”.

5 comentarios:

Negro dijo...

Muy bien, es bueno empezar la semana con estas historias, despojada de actualidad negativa.-

Nicolás dijo...

¿Se enamoró del tres porque era zurdo?

Gabriel Ziblat dijo...

Che, esta historia no es ni del Luli Rios ni del Pelado Meijide, no? Grandes numeros tres del rojo...

Te hago un solo planteo. Vos que siempre metes temas sociales en tus cuentos, me podes explicar porque siempre el Tres es discriminado y tildado como uno de los peores del equipo. Y es un puesto en el que pocos quieren jugar. Discriminacion en la que vos tambien caes, consciente o inconscientemente...

marce / lechu dijo...

Gaby, te agradezco el análisis freudiano, pero de ningún modo considero que el Tres sea el peor del equipo. Ejemplos sobran: Juan Pablo Sorín, Roberto Carlos, Nilton Santos, Silvio Marzolini y siquen las firmas.

Gabriel Ziblat dijo...

sisi, esta claro que hay numeros tres buenos, como hay numeros 10 que despretigian tan mentada camiseta...
Pero es comun entre los equipos de rioba, de amigos, o de lo que sea, que hayan pocos que quieran jugar de tres... de chiquitos siempre intentabamos que el mas burro vaya de tres (nunca de central, ni de cinco, ni de 9 o 10). Y no es casual que en tu historia, el numero tres tenía poca belleza en su juego y mucho repudio de sus compañeros..