viernes, 30 de octubre de 2009

Ninguno como él


Manuel Arturo Salá era un jugador excepcional. Cuando digo excepcional quiero decir exactamente eso: un futbolista de excepción. Y que se entienda como excepción alguien que hace lo que otro no puede hacer, excepto él. Todo lo que hacía era excepcional. Goles de mil gambetas, pases kilométricos a los que no les faltaban ni sobraban ni un centímetro y hasta caños que pasaban limpitos entre piernas cerradas. La descripción se ajusta al estilo de este jugador irreprochable, que transformó su carrera en una acumulación excepcional de triunfos interminables y vueltas olímpicas extenuantes. Reconocido por la prosa popular, los hinchas le endulzaban los oídos al canto de “hay que saltar/hay que saltar/qué futbolista, excepcional”. Otros tiempos.

Sin embargo, algunos fundamentalistas de los inventarios cuentan también acerca del día que aquel jugador excepcional erró todos los pases en un mismo partido, casualmente cuando su equipo se fue al descenso.
Yo sigo prefiriendo contar lo otro, lo que no fue una excepción.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Este post es muy bueno!!! y no es una excepción

Eduardo Machicote dijo...

Valga la redundancia, el día que no le salieron bien las cosas fue una excepción!

Analia dijo...

sos un genio, me encanta