jueves, 24 de junio de 2010

Compartir, de eso se trata


El fútbol tiene la generosa virtud de evitarle al hombre la condena a la soledad. Nadie puede sentirse más plenamente acompañado que el que festeja un gol y se cruza, en ese instante, tantos abrazos con tantos abrazadores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno hermano!! Se me acaba de ocurrir: Que lindo sería también tener la lucidez de correr a abrazar al que se equivocó no? Digo, el que hizo un gol ya cuenta con la alegría propia, el que se equivocó cuenta con la antipatía de todos.