miércoles, 18 de mayo de 2011

Aunque el tiempo diga lo contrario


Hay lugares que resisten, quizás sin la pretensión de hacerlo, al paso del tiempo. En Valentín Alsina se encuentra un sitio pintado para la burla de la era posmoderna, la cultura sushi, la moda fashion, y los cafés de diseño, esos que se sirven en los tan artificiales recipientes de telgopor. El bar Mundial, contrario al legado capitalista, transpira barrio.
El domingo estuvo por ahí el Viejo Gómez, que no es viejo, pero del cual sospecho que porta un apodo que remite a la sabiduría. Y mientras me contaba esa ronda de dos horas con amigos, noté cómo se le encendía la cara. No es fácil adivinar el instante en que la felicidad se deja ver; en su caso era elocuente.
Me corrigió cuando supuse una situación cualquiera en la que se podía encontrar el mozo.
—Ahí no es el mozo— me dijo. Se llama Mauro.
Entendí, entonces, que en el bar Mundial la gente no cumple roles, simplemente tiene nombre. Por eso Galván, que estaba sentado a la mesa, no es un ex jugador, sino el Negro.
La palabra giró como en una calesita y se permitió el juego de pasar de la banalidad hasta lo más hondo de lo humano. El Viejo Gómez me contó la historia con la que se había despachado el Gordo Achával. Ese hombre había tenido el coraje y la sencillez, sentado ahí, en un ratito, de revelar cómo había aprendido sobre el verdadero significado de la amistad.
Al parecer fueron momentos mágicos. Otro de los conejos que salió de la galera fue cuando Juan López, Juancito, repasó un episodio de su vida como ex futbolista. “En Independiente me cagué todo”, confesó, sin que le importara esconder miserias. Sonrió Mauro, que justo se acercaba para traer otra ronda de café, que iba a pagar alguno; esta vez no importaba el nombre.
Y me dijo el Viejo que también se habló de Messi y Maradona, cosas obvias, que dispararon cuestiones no tan evidentes y que entonces la conexión entre todos, eran ocho, fue tan fluida que la despedida ameritó abrazos sentidos.
Por las dudas haya estadígrafos sobre la felicidad, se acerca el dato: Bar Mundial, domingo 15 de mayo, entre las 15.20 y las 17.35. Ocurrió el milagro de que el tiempo se detuvo para reírse con ganas de la era de la globalización.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El relato, una delicia.