lunes, 9 de mayo de 2011

Ojos de campeón


Santino tiene cinco años, no habla mucho; le gusta ver. Pero hay gente, mucha gente, y se sorprende. De pronto, se pone a llorar. Entonces su papá le pregunta qué le pasa.
—Todos lloran— exagera.
—De alegría— lo consuela el padre.
Sin dejar de llorar, Santino lo mira y le dice:
—Yo también estoy contento, papá; soy de Atlanta.
Las derrotas del Bohemio no entran en el menú de hincha de Santino. A él, tan chiquito, su memoria le reservará en el primer lugar lo que sucedió el sábado 7 de mayo.
La sospecha es que al hijo del Negro, que sí sabe de descensos, más allá de la conquista del título, la impresión más grande se la llevó de la gente; de los hinchas festejando hasta las lágrimas.
Acaso le sucedió lo que Eduardo Galeano contó en El libro de los abrazos, sobre un chico que por primera vez vio el mar. Aquel otro Santino, fascinado, balbuceó:
—Papá, ayudame a mirar.

5 comentarios:

Negro dijo...

Un recuerdo que sin lugar a duda nos quedara a todos en la retina.
Buen relato compañero de cancha.-

Anónimo dijo...

EMOCIONANTE. DE VERDAD QUE CADA RELATO ME MOVILIZA. ESTE, PARTICULARMENTE, MUCHO MAS.

MM

Lis Weingärtner dijo...

Soy una fanática de su escritura.

marce / lechu dijo...

Gracias Negro, MM y Lis por sus comentarios. Es muy bueno saberlos del otro lado, pendientes de estas pequeñas historias.

Abrazos

Anónimo dijo...

Qué grande El Negrito, un bombero con todos los honores.