Estuvo a punto de morirse; me dijeron que se moría, que parecía
que no había caso, y que lo reanimaron a tiempo, cuando los pulmones se le
empezaban a llenar de sangre. El Negro no respiraba. Yo no estaba; me contaron.
Cuando ya supo, ya hablaba, ya respiraba sin tubos, el
médico le hizo ver: “Hacé de cuenta que le ganaste al Barcelona, sobre la hora”;
mi hermano es muy futbolero. La metáfora lo corrió del eje y dejó de sentirse
paciente. Para él, el médico ya no era médico sino un hincha de Boca.
Desde chico, el Negro arrastra el trauma del “olor a
hospital”. Le hace mal, lo asusta, lo pone en situación de eso, de hospital. Y
el frío, las heridas sangrantes, la muerte, las camas aparatosas se le cuelan
por la nariz. El espanto parido hace tantos años fue echado a pelotazos en las
charlas que sobrevinieron entre el Negro y el médico; el olvido al lugar se
ganó un lugar entre esos relatos compartidos en terapia intensiva y sala común.
La semana pasada mi hermano visitó al médico; a otro,
alguien del equipo del hombre que lo rescató de la muerte. El de ahora lo va a
operar para extirparle las raíces del tumor que ya le sacó el hincha de Boca.
Esta consulta, la última antes de la cirugía, fue después de
la noche en la que Corinthians se quedó con la Copa Libertadores y Riquelme
anunció su adiós.
Antes de irse, el Negro se acordó:
—Doctor, mándele saludos a Duré; me imagino cómo debe estar
con lo de Boca.
—Peor estoy yo, que soy de Chacarita.
No me hace falta verlo; conozco a mi hermano. Se habrá
puesto tenso, nervioso, ávido de gritarle en la cara los clásicos que más nos
gusta jugar, la vez que fuimos a San Martín y nos volvimos sin voz, la bronca
de siempre, el último partido.
Vale, su esposa, también lo sabe. Sonrió nerviosamente, lo
agarró del brazo y lo fue conminando a abandonar el consultorio.
Pero el Negro ya le ganó al Barcelona sobre la hora. Y
entonces se animó. Con su mejor semblante, estoico como un guerrero y decidido
a la batalla, le ofreció la mano:
—Usted va a tener el honor de operar a un hincha de Atlanta—
le reveló.
Eso es jugarse la vida por un sentimiento.
5 comentarios:
Gracias por este mimo.
"Pero el Negro ya le ganó al Barcelona sobre la hora." Excelente.
Vamos Negro, Carajo.
Gracias Consi por estar, siempre.
Atlanta ya ganó.
Besos!
Atlanta siempre gana, Aye!
Besos
Publicar un comentario