lunes, 31 de agosto de 2009

Amor de cancha


Se vieron y se enamoraron. Pudo haber sido en una esquina, en la parada de un colectivo o en algún bar. Lo mismo daba que haya sido (como fue) una cancha de fútbol, el escenario donde ensayaron las primeras miradas profundas. Y muchas de las que siguieron, también. Al calor del canto de la hinchada se fueron reconociendo el uno para el otro, hasta entender que ya no iban a separarse jamás. Como los buenos amantes, se hicieron mejor pareja con el tiempo. En su caso, el amor ganó en intensidad a medida que pasaban los campeonatos. Sus miradas de ojos vidriosos no ocultaban la emoción de saberse tan enamorados como cómplices en la cancha. Acaso en la cancha se habían descubierto las virtudes que les provocaban atracción mutua. Había que verlos cómo se miraban, aún cuando la jugaba invitaba a los hinchas a levantarse de la tribuna, por cierta inminencia de gol. Nada les distraía las ganas de mirarse. Ni siquiera cuando no volvieron a pisar el club declinaron sus encuentros apasionados. Al contrario, el 2 y el 4 todavía se miran, se sonríen y andan a los besos por cualquier lugar.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace rato que sigo el blog y nunca dejé comentarios. Quiero decir que me parece excelente.
Suerte!

Negro dijo...

Simplemente ¡¡¡Brillante!!!. Me gusto muchisimo.-

Anónimo dijo...

3 (tres)

Anónimo dijo...

We owe it to someone else's achievements in health and thus feel joy, depending on the success of others as if their achievements, and this is the Buddha mind. Always hold the interests of all sentient beings of the heart, we can not leave the joy forever.
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ile dijo...

tres sobre cinco, si si, coincido.