Mi amigo Pepe tiene obsesiones, lo sabe. Lo sabe porque es
consciente y porque todo lo registra. Pepe no es estadígrafo pero cuando no
trabajacomeamayotrascosaspocoimportantes hace eso, estadísticas. No estadísticas cualquiera, sino las de fútbol. Me enumeró: del campeonato de la A, de
Atlanta –un día, no sé cuándo, lo convencí
de que fuera de Atlanta y así se hizo hincha– de la Selección, de los torneos del Interior. Su minucioso
trabajo, por el que nada cobra, me pareció una locura. Lo miraba absorto
mientras me contaba y la impavidez me dejaba mudo. Hasta que me dijo que,
también, llevaba estadísticas de este blog. O algo así. Como al pasar, mencionó dentro de su letanía de estadísticas al futbolesunaexcusa. Y ya no entendí
más nada. Pepe entró a detallar: “me puse al día con lo que me faltaba leer.
Bah, con casi todo; me quedan los últimos dos post”. Y como si no hubiese dicho
algo que yo mismo no podía creer, siguió: “tengo guardados todos, desde que
empezaste. A cada uno le pongo la fecha y lo pego en un Word”. Definitivamente,
Pepe es un obsesivocompulsivo y lo que quiera agregarse a esta palabra
encadenaba que, para el caso de mi amigo, soporta más eslabones.
De todos modos, que haya incluido este blog en su lista de
estadísticas me emociona. No se lo dije cuando me lo contó tan naturalmente,
sino ahora, acá. Quizás lea esto y también se emocione; será que Pepe tenga que
habilitar un rubro de estadísticas emocionales o cosa semejante. Será, quizás,
que ya lo tenga.
Y entonces es probable que, con mayor rigor científico que
yo, se acuerde o sepa de las historias que vivimos juntos en la cancha. Sabrá
con números ciertos cuántas veces lloramos por Atlanta, qué cantidad de
kilómetros arrastramos viendo al Bohemio, dónde nos perdimos para llegar,
cuándo nos encontramos para salir, habrá una escala de alegrías, un Excel
marcado con rojo las veces que tuvimos miedo de no salir vivos de canchas y
lugares imposibles.
Pepe tiene que saber. Y si no sabe, se lo digo yo: con Atlanta vivimos miles de historias, muchísimas tardes, alguna que otra mañana y varias noches. Mientras, la vida y el amor por el club nos fueron haciendo amigos. Que Pepe me perdone, pero no sé hace cuánto.
2 comentarios:
Un grande el Pepe
Sin palabras, solo piel de gallina
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