Hay canchas de un verde brillante que invitan al pase largo, por abajo, para ver el espectáculo de la pelota bailando sobre la gramilla.
También hay canchas peladas, pura tierra. Son las de potrero, donde la pelota salta por los pozos y otro tanto de alegría.
También hay canchas peladas, pura tierra. Son las de potrero, donde la pelota salta por los pozos y otro tanto de alegría.
Lo que nunca había visto es una cancha como en Santa Marta. En esas cálidas tierras colombianas se anima a jugar hasta el más torpe, con tal de desandar la alfombra de arena blanca, ladeada de palmeras y un mar tan apacible, que siempre anda con huelga de olas. Para que el partido luzca más, el sol no abandona nunca su puesto de guardia.
Vi en esa cancha partidos eternos, jugadores felices y goles hermosos que se repiten en hermosos y repetidos atardeceres. Como se imaginarán, en esos partidos nadie se fija en el resultado. Sabe el que juega ahí que, de antemano, tiene el partido ganado.
6 comentarios:
yo estuve una vez en santa marta y es cierto, es un lugar increible. EXCELENTE RELATO!!!
Y en Santa Marta juego al futbol con el Pibe...dijo Carlos Vives alguna vez... se extrañaban los relatos chelo
Marcelo, vaya que ya se te extrañaba.
Ya conozco un nuevo lugar para ir a cascarear.
Elías
Creo que existe un solo país donde en las canchitas de playa nadie puede asegurar que tiene el partido ganado de antemano: Brasil.
PD: Marcelito, no sé si es un problema mío o no, pero no se cargan las fotos de ningún post.
Si es como decís, ese lugar debe ser increíble!!! Gracias por regalarnos tanta buena prosa en relatos que tienen como excusa el fútbol
ALEX
Nico: El problema no era tuyo. Se me habían borrado las fotos del servidor. Ya lo solucioné... a medias.
Fantasma: Dicen que sí, que el Pibe se pasea con su playera y ojotas entre los vecinos. Y si en eso lo ve a Carlitos Vives le da un pase gol
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