—Debería darte vergüenza— me reprochó el entrenador en el vestuario.
—Vergüenza es robar— intentó defenderme un compañero.
—Vergüenza es robar y no llevar nada para la casa— lo corregí, con una sonrisa.
—Como sea —se enojó el técnico. ¿Cómo no pateaste al arco, infeliz?
—¿No le viste la cara al arquero? — le retruqué
—Y a mí qué me importa el arquero rival.
—Tenía miedo, se le notaba.
—Mejor.
—¿No te importa alguien que tiene miedo?
—No.
—Debería darte vergüenza— le reproché.
3 comentarios:
jajaja. Es muy gracioso como le das vuelta el discurso al tipo.
besos!!!
M.
Muy bueno. Fina y elegante vuelta de tuerca
Elías
Está bien. Quizás hubiera venido bien que el arquerito García lo leyera antes de plantarsele a Alves a los gritos.
Un saludo.
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