lunes, 25 de junio de 2012

Una charla íntima

Ella pasó por acá como un fantasma, como un vientito. Me dijo que vio y leyó y se entusiasmó y me contó una historia. Me dijo muchos “y” hasta detenerse en un punto. Ella es periodista, según me dijo. Y fue a un encuentro que la entusiasmaba porque le gusta la revolución y la historia y los hombres que hacen historia haciendo la revolución. Ella estuvo de cara a dos puentes con la historia que más le gusta conocer. Alberto Granado la acercaba al Che Guevara. Mario Antonio Santucho, a su fallecido papá y comandante del ERP Ejército Revolucionario del Pueblo), Mario Roberto. El escenario era La Habana, la tierra viva. “Usted es argentino y supongo que sabe quiénes son los dos”, me invitó a saber si no sabía. Quería ponderar a los protagonistas para continuar con el relato. Ella es francesa, por eso aclaró: “donde vivo yo, nadie sabe”. Y entonces resulta que filmaba el encuentro. Callada, no quería intervenir en un diálogo que, pensó, rondaría la discusión acerca de “los tiempos de dictadura en Argentina, los refugiados en Cuba, los años de esperanza, la vuelta al país, la desilusión, la impotencia, ¿y que mañana?...”. Me aclara que los dos hombres ya se conocían. Habían vivido a una o dos cuadras uno del otro. Pero los 53 años que los separaban eran muchos más largos que esos escasos metros. “Se conocían pero sin conocerse”, me advierte ella. Y me cuenta que, sin prolegómenos, la conversación empezó así, por parte de Santucho :
— Decime una cosa, Alberto. El Che, ¿de qué club era hincha?
Y pasaron una hora hablando de fútbol...

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