Ciento quince días y ni una palabra. El detallista que me
pasa el dato es un amigo, que también es lector y, como puede advertirse, un
ansioso mirador de historias. Por ahora no tengo cuentos para compartir. ¿Los
habrá más adelante? Cuando logre escapar de la nube de férreos defensores que
me pegan patadas a la imaginación, prometo aporrear el teclado con la secreta
esperanza de que entre los dedos se filtre algún gol.
Mientras, sospecho que en los potreros lejanos siguen los
que juegan para mi equipo a la espera del pase. Esa creencia me despierta la
atención; saber que tengo que estar alerta. Estoy mirando allá, a los que
levantan la mano. A los que quieren que la jugada termine en gol. Con el único
y genuino propósito de que podamos festejar juntos.
4 comentarios:
Volvió la magia.-
No entendí un carajo.
Delincuente
Espero el centro en el área. Mandalo cuando puedas. Tengo paciencia. Besos!
Publicar un comentario